Políticas del cuerpo y representaciones del poder

Artículos del Cotidiano Nº 31


El aborto en particular, y los derechos sexuales y reproductivos en general, no suelen ser temas de campaña electoral. Existen muchos ejemplos que demuestran cómo toda iniciativa que se gestione a nivel jurídico, para elaborar una normativa sanitaria, de debate o de opinión pública cae en el absoluto mutismo a la hora de la «contienda electoral». Las explicaciones suelen situarse en que no es claro para los partidos políticos el cómo reaccionaría el electorado ante estos temas urticantes y por lo tanto nada seguro si se traduciría en más votos para su molino o todo lo contrario. Por lo tanto: mejor obviarlo.

Sin embargo lo acontecido en la Argentina y algunos hechos de Uruguay acercan otros elementos que ameritan algunas reflexiones. Y si bien «interpretaciones» puede haber muchas» no deja de ser tentador arriesgar algunas.

La derrota de Graciela 

El 16 de setiembre, en plena efervescencia de la campaña hacia las elecciones argentinas, la entrevista de primera plana a Zulema Yoma publicada en «Página/ 12» conmocionó la escena política. En respuesta a las intenciones del Partido Justicialista de colocar el aborto en la campaña y con ello atacar a sus adversarios de la Alianza, declara «Yo no puedo ser una hipócrita» y confiesa haberse realizado un aborto apoyada por su exmarido, el presidente Menem. El mismo que ha hecho de la defensa del «no nacido» una de sus banderas.

«Lamentablemente siempre he callado este episodio y hoy me veo en una situación en la que tengo que decir la verdad... No puedo soportar el cinismo de los legisladores que encabezan esta campaña...» - dijo Zulema, reaccionando como no lo hicieron los aludidos y aludidas de la Alianza. 

La principal «acusada» de abortista por los dirigentes justicialistas fue la Sra. Graciela Fernández Meijide, candidata a la gobernación de la provincia de Buenos Aires por haber acompañado en 1994, siendo diputada, una iniciativa para permitir el aborto ante determinadas circunstancias, como riesgo de vida de la mujer. 

Si bien las encuestas la situaban en un empate técnico o como ganadora ante su opositor Carlos Ruckauf, actual vicepresidente de la Argentina, (quien días antes de las elecciones volvió a acusarla de tener una «actitud anticristiana», «proponer el aborto» y «negar a Dios»), Graciela Fernández Meijide perdió la gobernación de Buenos Aires por una diferencia de casi 10 puntos. Una pérdida impactante para ella como mujer política, para el Frente País Solidario (Frepaso) dentro de la Alianza y para la historia política de la Argentina. No resulta nada fácil para una fuerza política ganar las elecciones nacionales y perder la gobernación de la principal provincia donde se concentra el 37 % del electorado argentino. Cabría preguntarse ¿el haber sido acusada de defensora del aborto fue uno de los factores que incidió en su derrota? ¿o la razón fue el eludir el debate y tratar de minimizar el aborto como un tema de interés político?

«Si uno toma en cuenta cuáles son los temas que preocupan a la gente, en ningún momento aparece éste (el aborto), y por lo tanto está instalado artificialmente. Yo creo que lanzarlo así revela muy poco respeto, sobre todo para las mujeres, porque es un asunto privado que siempre ocurre íntimamente a las mujeres. Si en algún momento hay que discutirlo, no hay que utilizarlo como un elemento de campaña», declaró Graciela al diario Página/12, el 16 de setiembre de 1999.

Sin embargo, en el mismo artículo los asesores de la candidata planteaban que el Partido Justicialista, con una posición monolítica sobre el aborto, habría encontrado una tema de campaña en el que existirían importantes discrepancias dentro de la Alianza. 

Si se practican aproximadamente 500.000 abortos anuales en la Argentina y muere más de una mujer pobre por día a causa de un aborto inseguro. Si sectores de la sociedad se han pronunciado a favor del derecho al aborto como los Encuentros Nacionales de Mujeres que reúnen anualmente a 10.000 participantes desde hace 13 años. O, como la Central de Trabajadores Argentinos que resolvieron en su 2º Congreso de mayo de este año apoyar la despenalización del aborto (Coordinadora por el Derecho al Aborto). ¿se puede afirmar que éste no es un tema de campaña y menospreciar el valor político y electoral que tienen todas las problemáticas sociales que afectan de manera especial la situación y la vida de las mujeres? 

Parece ser que lo que primó fue el salvaguardar, a cualquier precio, los finos hilos con los que se atan los acuerdos partidarios dentro de las coaliciones políticas. De allí que no se abordaran los temas candentes abiertamente, que se afirmara que no son temas que interesan a la población o que se tratara de salir del paso diciendo que son problemáticas de la órbita íntima y personal. Tener posiciones de este tenor ¿no tiene un precio político?

En esta margen del Plata

En Uruguay, las declaraciones de Zulema Yoma ni siquiera motivaron a incluír en sus preguntas ni una sola sobre el tema del aborto, a pesar de la infinidad de entrevistas a los candidatos políticos que se hicieron en la competencia electoral. Si alguna inquietud fue formulada partió de algún o alguna oyente o espectador/a que tuvo línea abierta para hacerlo. Y, reiteradamente, se encontró con evasivas y respuestas esquivas.

En esta campaña electoral «a la uruguaya», desde las filas partidarias el silencio ha sido casi absoluto. Nada de abordar asuntos que fuesen más allá de enchastrar al contrario, de discutir sobre propuestas económicas o de resaltar cucos y rivalidades históricas de los candidatos. Ni de derecha ni de izquierda, ni progresistas ni conservadores arriesgaron a expresar propuesta sobre ningún tema conflictivo que pudiese poner en mayor riesgo los fragilísimos acuerdos internos partidarios. Y si en algún caso apareció el aborto en el discurso de algún candidato al parlamento -en los presidenciables ni remotamente- no fue precisamente porque estuviese dispuesto a dar la lucha para que la solución al tema fuese un compromiso para el futuro.

El problema es que no puede seguir sosteniéndose, como se nos dijo en la campaña electoral de 1994, que ninguna fuerza quería asumir el problema porque no se sabía cómo se comportaría el electorado sobre estos asuntos. Y si no se garantizaba que esto daba más votos, mejor no tocarlo.

No vamos a volver a insistir en que este tipo de afirmaciones definen a una clase política más preocupada por mantener o conseguir sus lugares en el poder que por conocer y solucionar los problemas de la gente.¡Y eso que luego se pasan horas tratando de dar explicaciones o elucubrando el porqué se ha perdido el interés en la participación política y ha aumentado el descreimiento en los partidos! Sería importante visualizar cómo, aún para sus intereses exclusivamente numéricos de obtención de votos, están cometiendo un grave error. La gente y fundamentalmente las mujeres -el 52% del electorado- tiene que enfrentar diariamente problemas que no son nunca abordados por los candidatos ni explicitados en las plataformas o en los programas de gobiernos puestos a debate. Da la sensación que para los partidos políticos en pugna los y las ciudadanos/as son meros espectadores pasivos de sus pobres y superficiales propagandas electorales. No sería razonable entonces pensar que quizás muchas personas aún no han definido su voto, entre otras cosas, porque no encuentran respuestas claras a sus problemas cotidianos.

No tenemos la forma de medir realmente cuándo, cómo y porqué se definen finalmente los y las indecisos/as que tanto preocupan a la hora de los resultados, pero hay algunas cifras en Uruguay que las organizaciones de mujeres rescatamos para la campaña del 28 de setiembre, que podrían ser de utilidad. De una encuesta de opinión pública realizada por la consultora Cifra en diciembre del 98, el 76% de la población uruguaya piensa que se deberían tomar medidas para cambiar las cosas en relación con el aborto. La mitad de los uruguayos con educación terciaria opina que habría que despenalizarlo o legalizarlo. La amplia mayoría, el 85%, está de acuerdo en permitir el aborto cuando la vida de la embarazada corre peligro y el 23% lo acepta por la sola voluntad de la mujer. Estos datos tal vez permitirían pronosticar cómo se comportaría el electorado si las fuerzas políticas partidarias hiciesen propuestas en relación al aborto. Sin embargo, ni siquiera las mujeres del Frente Amplio a la hora de definir sus propuestas incluyeron el tema. Y no fue por problemas de negociación con los compañeros varones, simple y llanamente, no lo incluyeron.

En síntesis, eludir debates, ser esquivas en definir posiciones, mantener imágenes de unidad a cualquier costo, no parecen ser fórmulas que mantengan y garanticen adhesiones y menos aún, que fortalezcan ciudadanías. Lamentablemente, en estas elecciones ya no se puede hacer mucho más. ¿Será muy ingenuo pensar que el próximo milenio quizás los cambie? ¿Por qué no? La esperanza siempre, es lo último que se pierde aunque primero, se pierdan votos.

 

Liliàn Abracinskas