ABORTO
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Artículo
del Cotidiano Nº27
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El año
1998 trajo consigo importantes novedades en el tratamiento público
del tema del aborto en nuestro país.
La «piedra
del escándalo» surgió a partir de que el diario «La
República» publicara -con grandes titulares de primera plana-
investigaciones periodísticas que pusieron al desnudo una realidad
desconocida para muchos y silenciosamente cercana para miles de mujeres
uruguayas.
A tres meses
de que autoridades, legisladores y técnicos salieran a la luz pública
-en entrevistas radiales, informativos de televisión y en la prensa-
provocando un debate espontáneo sobre el tema, hoy se constata,
una vez más, que el hilo se corta por su parte más débil:
las mujeres, y en especial las de sectores económico-sociales más
desprotegidos, son las que han tenido más para perder.
Algunas iniciativas
legislativas conforman una consecuencia positiva de que el tema se haya
ubicado en los primeros planos de la información mediática.
Detractores y defensores de la despenalización y/o de la legalización
del aborto coinciden, sin embargo, en que la cuestión está
lejos de los acuerdos político-partidarios, porque este debate
suscita discrepancias dentro de todas las fuerzas políticas y aún
dentro de las fracciones.
Cotidiano
Mujer se ocupa en este número del estado actual del tratamiento
público y de la realidad del aborto clandestino. Con sus bemoles
y con detalles inusitados, todo indica que los uruguayos optamos por el
silencio, el sufrimiento en voz baja y las lágrimas aguantadas
frente al temor a más golpes, que siempre están latentes.
En cuanto
a las eventuales despenalización o legalización del aborto,
las señales indican que, si no está más lejos, tampoco
se encuentra más cerca en este país.
Denuncias,
repercusiones y procesamiento
Enero del
98 no fue climáticamente tan caliente como otros años, pero
las necesidades de información para las páginas de los diarios
se presentaron como siempre. Revirtiendo el mito de que «en enero
no pasa nada», el diario "La República" investigó
la práctica de clínicas que realizan abortos en Montevideo
y llevó a varias páginas -y en especial a la primera- situaciones
desgarrantes, pormenores humillantes sobre mujeres que se ven enfrentadas
a la interrupción del embarazo y sobre el tratamiento que reciben
dentro de las clínicas.
Las investigaciones
de «La República» tuvieron como consecuencia, entre
otras, el cierre de una clínica ubicada en la calle Ferreira (cercana
a Avenida Italia e Hipólito Irigoyen) y el procesamiento de cuatro
personas responsables de ese centro, por parte del Juzgado de 20 Turno,
bajo la responsabilidad de la jueza Aída Vera Barreto.
Salud
Pública: abortos «terapéuticos»
A nivel del
Ministerio de Salud Pública (MSP), la Comisión de Lucha
contra el Aborto Clandestino no modificó su accionar, que consiste,
básicamente, en estudiar solicitudes para la realización
de abortos por razones médicas. La comisión integrada por
tres personas (un ginecólogo, un abogado y una pediatra cuyos nombres
son reservados por el MSP) analiza las demandas -con sus fundamentaciones
por mal formaciones en el feto o razones similares- provenientes de hospitales
y sociedades médicas cuyos profesionales entienden que es necesario
practicar un aborto. No existen datos disponibles de la cantidad de solicitudes
que reciben ni, por lo tanto, de los casos que aprueban. La única
información dada fue que en su gran mayoría las solicitudes
provienen de la capital del país y muy pocas del Interior.
Más
vale lo muy malo a lo peor
Todos sabemos
que las autoridades policiales, como la sociedad uruguaya, prefieren hacer
la «vista gorda» ante casos de abortos que se les presentan
con mucha frecuencia. La policía actúa frente a denuncias
concretas de los médicos o similares, en casos extremos. Aplicar
a rajatabla una ley perimida no se encuentra, prácticamente, en
el ánimo de nadie. «Yo sé muy bien que si perseguimos
a las clínicas lo único que logramos es que las mujeres
se hagan abortos con alguna partera de barrio, en peores condiciones,
o metiéndose tallos de perejil, como pasa muchas veces,»
reconoció a Cotidiano Mujer un jerarca policial, que se
ve enfrentado a situaciones de este tipo con frecuencia.
Las actuaciones
de la policía, tampoco presentaron variantes a raíz de las
denuncias realizadas por el matutino, que provocaron un asombro público
inusitado en los inicios y pasaron al olvido pocas semanas después.
Más
desesperación y cambio de planes
El cierre
de una clínica y el procesamiento de cuatro personas ocasionó
la desesperación de muchas mujeres que buscan otras alternativas,
a la hora de realizarse una interrupción del embarazo. Las clínicas
que hoy siguen funcionando exceden, con sus precios, el alcance de los
bolsillos de las que pertenecen a hogares de menores ingresos. «Por
favor, díganme qué hacer, porque no sé»
imploraba en el teléfono una mujer, aduciendo que ya tiene tres
hijos y que le resulta imposible mantener, sola, a uno más. Con
mayor o menor intensidad, la desesperación fue vivida por otros
cientos de mujeres, en los últimos meses, que se vieron enfrentadas
a buscar los servicios de otras clínicas.
Aún
contando con los 400 o 500 dólares necesarios para realizarse una
interrupción del embarazo, ahora deben llamar a un teléfono
celular y pactar una esquina de encuentro. Un auto las recoge allí
para realizarse el aborto en un sitio cuya dirección no llegan
a conocer. Esta es la nueva operativa, más clandestina e insegura
que se ha puesto, paradógicamente «de moda»,
en Montevideo.
Mirar
adonde la sociedad no quiere
La Psicóloga
Ana María Solari, del Proyecto "Maternidad y Paternidad Responsable"
del MSP (Ministerio de Salud Pública) y financiado por el Fondo
de Población de Naciones Unidas, recuerda que la iniciativa que
dirige se propone prevenir el aborto así como bajar las tasas de
embarazos no deseados y de mortalidad infantil en Uruguay.
Solari opina
que la investigación periodística «es positiva
porque aporta información sobre temas que la sociedad no quiere
mirar» y a la vez «obliga a todos a buscar soluciones
a una situación ilegal».
Por otra
parte, la experta entiende que es necesaria la sensibilización
y búsqueda de soluciones más de fondo, que pasen por la
despenalización o legalización del aborto. En nuestro país
«no están dadas las condiciones, cultu-ralmente, y por
eso las reacciones se producen en forma tensa»; pero «está
claro que la población no desea que se eliminen las clínicas
clandestinas».
En el análisis
de Solari, a más de dos meses de la difusión de fuertes
denuncias sobre la práctica de abortos en el Uruguay se constata
que «hubo reacciones contundentes en el primer momento, pero
el tema decayó rápidamente en el interés de la opinión
pública.»
«La
opinión pública no puede hacer mucho» -enfatiza
Solari-, quien reconoce que «la gente no quiere hacer demasiado
ruido, desea mantener el statu quo, porque la actual solución clandestina
es mejor que no tener ninguna.»
Dentro de
este panorama, Solari puntualiza que «cualquier médico
lo sabe y de hecho recomienda algunas clínicas que tienen buena
atención, mientras en otras se presentan riesgos para la salud
de las mujeres.»
«Frente
a la angustia que genera en la mujer un embarazo no deseado, estando dispuesta
prácticamente a cualquier cosa, es negativo que una denuncia provoque
una persecusión de las clínicas» indica Solari,
quien se manifiesta dispuesta a «contribuir a lo que sea mejor
desde el punto de vista de los derechos de las mujeres.»
Tras destacar
que se trata de un tema de difícil solución entre lo legal
y lo ilegal, Solari precisa que una solución posible sería
que «las mujeres pudieran denunciar situaciones de riesgo para
la salud sin afectar a aquellos que realizan abortos en buenas condiciones»
porque es una realidad que «todo el mundo quiere la solución
mejor, dentro de lo clandestino.»
A pesar de
la complejidad del tema, la experta sostiene que «desde el punto
de vista de la psicología social, no hay una percepción
de que el aborto tenga que legalizarse en el Uruguay». Una demostración
de esta afirmación es, para Solari, el hecho de que las denuncias
pusieron el tema en el tapete y, rápidamente, bajó de las
prioridades en su tratamiento público.
La mortalidad
materna postaborto y postparto en nuestro país no es demasiado
alta: se produce una defunción cada tres mil casos, mientras en
Estados Unidos tiene lugar una muerte cada tres mil setecientos casos.
En otros países de América Latina, mientras tanto, se produce
una muerte cada 130 casos. Las cifras indican, a juicio de Solari, que
«los riesgos de las clínicas de nuestro país no son
demasiado grandes.» En 1997, se registraron un total de cuatro
muertes maternas, a consecuencia de abortos y/o del parto.
El tratamiento
político
El diputado
del Movimiento de Participación Popular, Frente Amplio, José
Mujica, propuso realizar un debate abierto en el plenario de la Cámara
Baja, con el resto de las fuerzas políticas, a los efectos de
«colocar el tema en la conciencia pública» y, a
la vez, «propiciar alguna Comisión Especial con fines
legislativos para continuar la agitación y la elaboración
de propuestas políticas y lesgislativas sobre este tema tan importante
y difícil.» El legislador, en forma personal, entiende
que sería oportuna la realización de un plebiscito sobre
el tema, que coincida con las elecciones nacionales.
Mujica destacó
que todos somos conscientes de que nuestro país mantiene una legislación
«a favor de la vida», que en realidad no se cumple y «en
los hechos va totalmente contra la vida.»
«Cabría
pensar si en los hechos no es un pacto tácitamente colectivo para
viviren la hipocresía» -indicó Mujica en la bancada
del Frente- porque, «la experiencia de los últimos cuarenta
años parece indicar que cualquier intento legislativo está
destinado al fracaso y al olvido» y lo atribuye, en parte por
lo menos, a que «la nación entera no asume responsabilidad
con lo que acontece en la realidad.» «El peor ciego
es el que no quiere ver» enfatizó Mujica en su argumentación
ante los diputados de su coalición y -explicó- «parece
que el país entero tiende a comportarse como un ciego.»
Más
se demora, menos probable
«Cuanto
más se demore en dar un impulso real al tema, más costará
aprobarlo» opinó en diálogo con Cotidiano Mujer
la diputada Raquel Barreiro de la Vertiente Artiguista, quien propuso
desenpolvar y realizar las modificaciones que los legisladores entiendan
necesarias del proyecto de ley denominado «Interrupción
Voluntaria del Embarazo», que en la legislatura anterior se
había aprobado por unanimidad en la Comisión de Bioética
de Diputados. En aquella ocasión el proyecto de ley contó
con las firmas de los legisladores Rafael Michellini, Ana Lía Piñeyrúa,
Luis Batlle Bertolini, Alba Osores de Lanza, Tabaré Caputi, Daniel
Díaz Maynard, Carlos Pita, José Bayardi, Carmen Beramendi,
Ramón Legnani y Rafael Sanseviero.
Una Comisión
Especial del Frente Amplio se encargará del tratamiento del tema
en la Cámara Baja y realizará contactos con los otros partidos
políticos a pesar de que «no hay demasiado entusiasmo»,
ni tampoco significaría que «el Frente Amplio en su conjunto
lo apruebe», según Barreiro.
Un eventual
plebiscito sobre el controvertido tema del aborto «sería
un paso posterior» -a juicio de Barreiro- porque «lo
primero es alcanzar un acuerdo sobre un proyecto definido» y
luego, eventualmente, realizar una consulta popular.
Helvecia
Pérez
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