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Artículo
del
Cotidiano Nº28 y 1/2
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Gracias al 50 aniversario de la Declaración Universal, el tema
de los Derechos Culturales ha estado muy presente en la región
y han abundado las posiciones que partiendo del respeto a la diversidad
terminaron cayendo en el fundamentalismo.
Como
cualquier otro tema, el de la diversidad se transforma en político
en la medida en que la gente lo quiera, esto es, en la medida en que se
presiona por ella.
Si
«ciudadanía civil» es el derecho de las personas a
vivir según su elección, y si esto implica, como dice Marshall,
la libertad de expresión y de creencias y la igualdad y la justicia
frente a la ley, entonces, dentro de estos derechos están incluidos
tanto la ciudadanía de las mujeres y sus derechos reproductivos
y sexuales, por ejemplo, como la ciudadanía de las «minorías»
étnicas y su derecho a utilizar su lengua y desarrollar sus costumbres.
La
lucha por la igualdad no se completa si, a la vez y aunque parezca paradójico,
no se defiende el derecho a la diversidad permitiendo así que,
por un lado, se «vea» realmente la gravedad de la exclusión
y por el otro, pueda emerger la especificidad de los distintos intereses.
Por
eso, en una región como la nuestra, donde «la segregación
de algunos grupos de personas de la plena participación en el proceso
politico, asi como de los beneficios sociales, políticos y económicos
del desarrollo» y «la persistencia de modelos culturales
que excluyen, silencian o distorsionan la identidad y los conocimientos
de las mujeres en todas las áreas de la vida social» (Cepal,
1994) es la realidad con la que desayunan (o ayunan, mejor dicho)
millones de personas, el movimiento feminista y de mujeres, levantando
el tema de la ciudadanía está contribuyendo en la apertura
de un espacio para la visibilización de las demandas de todos los
movimientos sociales.
¿Y
contradictorios?
Pero
¿qué estamos defendiendo al hablar de los Derechos Culturales?
Cuando reivindicamos, por ejemplo, el derecho del pueblo musulmán
a vivir con sus propios valores: ¿reivindicamos también
que una mujer sea condenada a morir «lapidada» por cometer
adulterio?
En
nombre del respeto a la diversidad cultural: ¿respetaremos también
la clitoridectomía?
El
derecho a mantener la lengua, la religión, las costumbres del pueblo
en el que nacimos, debe ser tan inalienable como el derecho a la vida.
Pero a veces caemos en el error de creer que por provenir de una cultura
diferente a la occidental y cristiana, los valores de la cultura sojuzgada
(la maya, por ejemplo) serán más éticos y solidarios.
Puede que sí, y puede que no.
La
mayoria de las culturas son tan injustas con la mujer como la occidental
y cristiana, y una de las pruebas más claras estuvo en la Conferencia
de Beijing, donde era lo mismo la posición de la Iglesia Católica
que la de los paises musulmanes: todos estaban de acuerdo y votaban juntos
cuando se trataba de negarle a la mujer el derecho a ser dueña
de su cuerpo y su sexualidad.
¿Se
puede, sin reconocer la tremenda contradicción que implica, respetar
"in-totum" los Derechos Culturales y al mismo tiempo afirmar que los Derechos
Humanos son «universales»?
Hay
muchas culturas en las que no es «universal» el derecho a
la identidad, al voto, al divorcio....Y muchos son los líderes
que en nombre de los Derechos Culturales se han opuesto al cáracter
universal de los Derechos Humanos.
¿Se
puede, en un mundo globalizado, respetar «absolutamente» las
características de cada cultura cuando globalización es,
antes que nada, transculturación?
Pero
es que, además, salvo algún caso excepcional en el que una
comunidad haya podido sobrevivir aislada del resto del mundo, todas nuestras
culturas se han hecho «sobre» y «pese» a las otras,
fueran estas incaicas, griegas, aztecas, mayas, judías, árabes,
cristianas o quechuas.
De
ahí que el piso común de todas ellas deba empezar a partir
del respeto no sólo del carácter integral, inalienable e
indivisible de los Derechos Humanos, sino sobretodo, del carácter
universal de estos. Es a partir de ese piso común para todos que
podemos hablar del respeto a las diversidades, porque es justamente el
único que puede garantizarlas, no sólo frente a la globalización
sino también, frente a los fundamentalismos de cualquier tipo.
Lucy
Garrido
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