Formas
formas
aprovechar
el tiempo
Isabel
Trivelli
-“!Mármol
puro!” vociferaba
el comandante golpeando el piso con su bota.
Al
coronel Barrabino, director del Establecimiento Militar de Reclusión
Nro.2, Punta de Rieles, le gustaba mostrar las excelentes condiciones
en que vivían “sus” detenidas.
Se
vanagloriaba del reluciente parqué de las celdas, del piso de mármol
de la “capilla”, de los canteros con flores, de los animales en la pradera.
Aquel
antiguo edificio del noviciado San Juan Berchmans que los jesuitas vendieron
al Estado uruguayo a fines de los sesenta se convirtió en delirante
“casa de campo” de los comandantes de turno.
Allí
los visitaban familiares y amigos en domingueras excursiones, allí se
organizaban elegantes partidos de polo, juegos de frontón, se tomaba
sol en la piscina.
Allí
los hijos de los oficiales aprendían a reconocer las llamas, los carpinchos,
los burros... y las presas políticas, todos en la misma exhibición.
Porque
también fue allí que más de seiscientas uruguayas fuimos sometidas durante
años a un planificado, sistemático y permanente intento de destrucción.
Las delegaciones internacionales preocupadas por las condiciones de
vida de las detenidas se sorprendían ante un edificio más que decoroso,
casi confortable, casi agradable.
Los
familiares que concurrían cada quince días a las visitas recorrían un
camino que bordeaba la “pradera” donde pastaban animales, acercándose
a un edificio de ladrillo rodeado de flores donde esperaban prolijas
y sonrientes las detenidas.
¿Se
percibía en esas visitas la lucha sorda que encerraban esas paredes?
Las
disfrazadas denuncias que los familiares debían leer entrelíneas, ¿mostraban
algo de ese intento de destrucción y esa resistencia?
-¿Cómo
era el parqué de la celda?
-Y...
no sé, como de casa.
-Como
de casa, ¿cómo? Forma cuadrados, espigas...
-Como
de casa, en cuadrados.
Para
Ana, que vive hoy en un apartamento del BHU (Banco Hipotecario del Uruguay),
el parqué “de casa” es en cuadrados, pero para Graciela, que vive hoy
en un apartamento antiguo, el parqué “de casa” es en espigas.
Ambas
hicieron pasar su recuerdo por un concepto, “de casa”, pero ese concepto
evoca en cada una realidades distintas.
La
conceptualización aporta o interfiere en el proceso de la memoria que
intenta reconstruir el espacio. Esta es una de las conclusiones preliminares
a las que llega el trabajo de
recolección de testimonios para lograr la reconstrucción virtual del
Penal de Punta de Rieles.
La
investigación propone la utilización de los últimos avances de la tecnología
en computación gráfica e interactividad de alta resolución en la visualización
de las memorias de las ex presas.
En
un espacio donde se vivieron situaciones con una enorme carga emotiva,
cada elemento arquitectónico, cada objeto, el color, la luz, la sombra,
todo se carga de significado. Hay significados compartidos
por el colectivo, pero otros dependen de quien testimonia, de su historia,
de las asociaciones que se entrelazan, de la situación que enmarca la
historia.
Hay
quien no recuerda las rejas en las ventanas y quien no recuerda si alguna
vez vio el cielo a través de ellas. Para algunas el campo circundante
fue una bendición de verdes y amaneceres y para otras, solo una inacabable
extensión de la cárcel.
La
memoria es una construcción subjetiva.
Sobre
esa base un grupo de ex presas políticas se encuentra abocado a la elaboración
de un material audiovisual que reconstruya el espacio del Penal tal
cual es recordado hoy por quienes allí vivieron a través del relato
de situaciones pasadas entre esos muros.
Un
trabajo que recree cómo fue vivido el espacio por las presas, que nos
permita reflexionar acerca de cómo el espacio determinó condiciones
de vida y
cómo éstas determinaron – o no-
respuestas, estrategias de resistencia.
Un
material que permita entrar a aquel edificio a quienes tuvieron la suerte
de no conocerlo o conocerlo por fuera, para tener al menos algunos "flashes"
de lo que allí sucedió.
Que
nos permita trascender la apariencia, para conocer los hechos.
“No
los liquidamos cuando tuvimos la posibilidad y encima tendremos que
largarlos. Debemos aprovechar el tiempo que nos queda para volverlos
locos...” 1
Fieles
a esta premisa los militares uruguayos organizaron sus cárceles para
destruir.
En
Punta de Rieles murieron compañeras por negligencia médica, otras fueron
empujadas con saña hacia la locura, todas salimos con cicatrices.
Pero
estamos acá, para contarlo.